De Cuenca al Alto Tajo en camper: una escapada que lo tiene todo

A veces, lo único que necesitas para desconectar es comprimir tu mundo en unos pocos metros sobre ruedas. Subirse al nuevo Citroën Holidays fue como cerrar la puerta al ruido y abrirla a la libertad. No sabíamos con certeza adónde íbamos, pero sí cómo queríamos llegar: sin mapas, sin horarios, sin prisas y sin renunciar a nada: eso es lo que nos regaló esta escapada en camper.

Así empieza esta ruta: con las llaves de un Citroën Holidays en mano, una mochila ligera y muchas ganas de dejar que el camino decida. Y nos llevó desde las calles suspendidas de Cuenca hasta los valles salvajes del Alto Tajo, donde cada desvío se convirtió en descubrimiento. Elegimos nuestras paradas dejándonos llevar por el impulso, sin depender de nada.

¿Por qué en camper?

Viajar en camper es algo más que una forma de moverse: es una filosofía. La posibilidad de llevar la casa a cuestas hace que cualquier rincón sea el lugar perfecto para quedarse.

Con el Citroën Holidays ganamos en comodidad sin renunciar a lo esencial: una cocina siempre lista, una cama con vistas y espacio para vivir a nuestro ritmo. Su diseño funcional, de fácil conducción, la hace ideal para escapadas. Puedes aparcar en cualquier mirador y disfrutar del paisaje sin tener que preocuparte por si llegas a tiempo de hacer el check-in en el hotel.

Dormir donde quieras no es solo una ventaja logística: es despertar junto a un río o abrir la puerta y encontrarte con una bandada de aves sobre un acantilado. Esa es la magia de viajar en camper.

Primera parada: Cuenca

Empezamos el viaje en Cuenca, una ciudad que parece flotar entre barrancos. Declarada Patrimonio de la Humanidad, su casco antiguo se alza sobre las hoces del Júcar y del Huécar, dibujando un paisaje urbano espectacular.

Pasear por el Barrio del Castillo, descubrir las Casas Colgadas, perderse entre callejones de piedra y sentarse en una terraza con vistas al vacío es parte del plan. También lo es disfrutar de su gastronomía contundente, con platos como el morteruelo, el ajoarriero o el alajú.

Para pernoctar, hay varias opciones en entornos naturales cerca del casco, como el aparcamiento del Auditorio (12 €/día, tranquilo y con vistas) o zonas junto al río Júcar, donde el sonido del agua arrulla por la noche. Todo sin alejarse del corazón de la ciudad.

En ruta hacia el Alto Tajo

Dejamos atrás Cuenca sin rumbo fijo, solo sabíamos que el destino era el Alto Tajo. La CM‑210 nos regaló tramos espectaculares: curvas que bordean hoces, bosques frondosos, pueblos en lo alto de colinas.

Lo mejor de viajar así es que puedes parar cuando te apetezca. Un mirador improvisado, un arroyo que invita al baño y un pequeño pueblo donde tomar café y recargar las pilas para poder continuar. Sin tener que reservar, sin tener que decidir con antelación. El camino es tan importante como el destino.

Parque Natural del Alto Tajo

Y entonces llegamos. El Parque Natural del Alto Tajo es uno de esos lugares que no parecen reales: más de 100.000 hectáreas de naturaleza en estado puro, entre cañones, pinares, lagunas escondidas y pueblos de postal.

Cada curva revela un paisaje distinto. El Salto de Poveda, con su cascada de más de 30 metros, nos dejó sin palabras. La laguna de Taravilla, envuelta entre montañas, parecía un secreto bien guardado que nos fue revelado. Y el barranco de la Hoz, con sus paredes de roca roja, se convirtió en el mejor lugar para cenar viendo el atardecer desde la camper.

También nos encantaron los pueblos de Chequilla, con sus curiosas formaciones rocosas; Peralejos de las Truchas, perfecto para hacer senderismo junto al Tajo, y Zaorejas, con su mirador suspendido sobre el cañón.

La pernocta fue fácil: hay zonas habilitadas para campers, campings e incluso áreas naturales donde dormir bajo uno de los cielos más estrellados de la península. Todo acompañado de un silencio profundo que solo se interrumpe con el canto de un búho o el rumor del río.

Esta escapada nos recordó que a veces no hace falta ir muy lejos para volver a lo esencial: paisajes puros, aire limpio, noches tranquilas y días que fluyen sin prisa. Y el Citroën Holidays fue el mejor compañero de viaje: cómodo, versátil, fiable y, sobre todo, liberador. No hizo falta planificar demasiado ni seguir un itinerario cerrado. Solo necesitábamos una camper y una dirección aproximada. Lo demás vino solo.

¿Y si tu próxima escapada empieza con las llaves de una camper en la mano y la promesa de no tener que decidirlo todo de antemano?